miércoles, 26 de junio de 2019

Señor de las cuatro Decadas


Inexorablemente al cierre de una etapa, lo precede un balance. Similar a lo que haría un empresario para conocer sus ingresos y egresos, si está satisfecho con ese saldo, si se cumplieron las metas propuestas, si es necesario continuar en ese camino o cambiar el rumbo en la dirección deseada. Hoy, 27 de abril,  me toca mirar a mis espaldas después de cuatro década. Es que los balances en las personas se hacen solo cada diez años, precisamente en el cambio de decena, si uno tiene entre 36 a 39 años ilógicamente se siente de treinta y no cerca de los cuarenta, hay una especie de complicidad entre la memoria y el deseo que generan un bloqueo en el subconsciente para hacernos creer esto. Pero, cuando cambia la decena, ahí no podemos engañarnos más, ineludiblemente se envejecen diez años de la noche a la mañana. Esa misma madrugada al despertar, notas algo peculiar, sentís un cambio en el aire que altera tu cotidianidad, es como salir de la óptica luego de un aumento de graduación en los lentes y al ponértelos se revela un entorno levemente desproporcionado, al principio vas caminando pausado, tanteando el piso con desconfianza, se percibe más lejos de lo habitual, como si en vez de dar un paso estuvieras bajando un escalón, pero con el tiempo te vas acostumbrando, creo que con los cambios de decena es igual.

Cabe destacar que la reacción a esto puede ser variada, cada uno lo toma como puede. Algunos no les afecta en absoluto, lo festejan una semana antes y hasta una después, predispuestos a agasajar a todos los círculos de amigos, disfruta ser el centro de atención. Hay quienes salen despavoridos a hacerse un tatuaje de lo que sea que en ese momento, parece indispensable tener grabado en la piel; comprarse un pantalón chupín, darse un saque en el pelo, tal vez un tono sobre tono o hacerse un corte tipo Maluma, generalmente a estos síntomas se lo conoce como pendejazo o crisis de los cuarenta; otros les pinta bajón, no despiertan recostados sino incrustados en el colchón, arrancan el día llevando un grillete en el tobillo por toda la casa, sensibles a la luz solar y a los fuertes ruidos, solo esperan que ese día  transcurra lo más rápido posible para salir de ese estado insoslayable. Y por último, sin pleno conocimiento de lo que digo, podrían estar los que le dan ganas de escribir… que se yo. En mi experiencia personal, puedo sincerarme que he pasado por todos los estados menos por la crisis, sin embargo aún tengo diez años por delante para contradecirme. El cambio de almanaque no siempre se acepta de la misma manera, es que el paso del tiempo te regala tantas cosas buenas pero te quita muchas otras, es como si quisiéramos agregar un vaso de agua en un balde lleno, inevitablemente se va a derramar algo para poder almacenar ese nuevo contenido, por eso la negación del paso del tiempo siempre está intrínseca en nuestro gen, pero son los buenos momentos los que te permiten seguir adelante y  te dan fuerza para superar los malos, es como uno quiere ver la vida, en que parte del medio vaso fijamos la mirada.

Que quede claro que el problema no está en envejecer (al menos no por ahora), sino en no poder revivir ciertos momentos que nos marcaron, y por más que logremos reunir a los mismos actores, va a carecer de esa frescura de aquellos tiempos. Una solución que veo posible sería viajar en el tiempo, si bien no es un concepto que me seduce demasiado sería una opción; imagínate tener que poner cara de sorpresa cuando suceden ciertos hechos que sabes cómo terminan, el remate de un chiste, un chusmerío de barrio, una mala noticia o incluso alterar alguno de estos momentos vividos podría traer consecuencias catastróficas en el presente, lo hemos visto en Volver al Futuro, o en el capítulo de Homero que viaja al pasado con una tostadora. Mira si al volver de uno de esos viajes abrís la puerta de tu casa y tus hijos tienen otro rostro, generalmente estas cosas suelen pasarle a personas que viajan mucho y no están en sus hogares...pero eso es por otro motivo. O si al despertar, tu esposa fuera cambiada por una desconocida, aunque pensándolo bien, quizá este punto en particular, no sea tan malo para muchos.

Sin embargo una vez al año, para cada cumpleaños, desearía  darme el gusto de volver a esa edad donde no nos importaba nada, donde era posible juntarnos cualquier noche sin problemas de agenda, donde estábamos exentos de responsabilidades, donde él único problema era sacarse una nota baja, o si la chica que te gustaba no te daba bola, o la que No te gustaba te dio bola en una noche de alcohol. Donde la falda para un asado con los muchachos era el mejor corte de carne, y se lo pedías al carnicero rogando que no se pase de los 750 grs. porque te rompía la economía. Donde luego de una noche de descontrol, no sentías preocupación al otro día porque te salten en la cama tus hijos a las 8:00 de la madrugada. Tan solo una vez al año no sería tan egoísta, poder revivir esas noches que siempre las traemos al presente en cada reunión. Debe ser por eso que ya no festejo con tanto énfasis mis cumpleaños, por melancolía o porque el tiempo me quito algo que no me deja disfrutarlo de la misma manera, trato de pasar desapercibido, de no darle importancia, que ese día sea uno más del montón, salvo cuando me tomo el trabajo de agradecer en forma individual a todo aquel que me saluda, es lindo sentir esa caricias y ese afecto.

Como si el destino supiera de reacciones, y nostalgias, quiso que hoy fuera sábado, como dándome un empujón para que no fuese a escaparme de un festejo inminente, previendo que por más amargo que lo pongan a uno estas fechas, deba festejarlo de alguna forma. Al fin y al cabo no se cumplen cuarenta todos los días. Por lo pronto comenzare la mañana con buena música, afrontare este día con otra mentalidad, como le digo a mis hijos, es fácil estar malhumorado, no requiere de ningún esfuerzo, lo difícil es ser positivos, hablarnos y tratarnos bien, esto generalmente viene luego de armarse una de piñas y patadas entre hermanos, que no se atreve a meterse ni William Boo, (árbitro imparcial de Titanes en el Ring), por la tarde podré darme el gusto de seguir pisando una cancha de rugby, que mejor regalo que poder vestir esa casaca azul y roja a los cuarenta pirulos; y cuando se apague el día tratare de fingir que soy aquel pibe que solía jugar al flipper o a los video juegos, que le gustaba tomar vodka con naranja los fines de semana, que era un poco pendenciero pero siempre en defensa de sus amigos y que esperaba ansioso cada 27 de abril para sentarse en la punta de una mesa y creer que la vida no nos pasaría jamás.-


1 comentario:

  1. Buenos días negro fiero,primero feliz cumpleaños,muy lindas palabras, la verdad nunca te creí un Pablo Neruda, siempre fuiste el NEGRO de la gente jajajaja ese que estaba siempre dispuesto a todas las jodas, obviamente hasta que llegaron esas hermosas criaturas que te hicieron ver la vida de otra forma, te quiero mucho y espero que esta noche recuerdes muchas anécdotas que te sucedieron antes de los 40, un abrazo gigante, disfruta de este hermoso día.
    El Colo (POCA LU)

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